miércoles, 25 de enero de 2012

Los trabajadores de baja conservan el derecho a cuatro semanas de vacaciones


Los trabajadores de baja por enfermedad o accidente conservan su derecho a cuatro semanas de vacaciones anuales retribuidas, según una sentencia dictada hoy por el Tribunal de Justicia de la Unión Europea.

BRUSELAS. "El derecho a vacaciones anuales retribuidas debe considerarse un principio del Derecho social de la Unión de especial importancia, respecto al cual no pueden establecerse excepciones y cuya aplicación por parte de las autoridades nacionales únicamente puede efectuarse respetando los límites establecidos", según un comunicado del Tribunal.

Aunque los Estados miembros pueden fijar las condiciones de ejercicio y aplicación del derecho a las vacaciones anuales, "no pueden supeditar a ningún tipo de requisito la constitución de este derecho ni impedir el propio nacimiento de dicho derecho concedido expresamente a todos los trabajadores", añade.

El Tribunal precisa que la Directiva aplicable no diferencia entre los empleados que trabajan durante el periodo de devengo de las vacaciones y los que se ausentan por una baja por enfermedad.

La sentencia se refiere al caso de Maribel Domínguez, empleada del "Centre informatique du Centre Ouest Atlantique" en Francia, y que en 2005 sufrió un accidente entre su domicilio y el lugar de trabajo.

Domínguez acudió a los tribunales franceses para obtener 22,5 días de vacaciones correspondientes al referido período que le había denegado su empleador o, con carácter subsidiario, el pago de una indemnización compensatoria.

Fuente Diario Noticias de Navarra

http://www.noticiasdenavarra.com/2012/01/24/los-trabajadores-de-baja-conservan-el-derecho-a-las-vacaciones-segn-la-ue

lunes, 9 de enero de 2012

Colaboración

Durante estas fiestas navideñas hemos recibido varias sugerencias vuestras  a través  del correo. Publicaremos lo que vayamos considerando interesante y aplicable a la actualidad, mejor que mejor si es relacionado con trabajo y nuestra empresa.

Por lo demás daros las gracias a todos y animaros a que sigáis mandando cosas.

Pegamos dos de las sugerencias recibidas, un artículo publicado en Rebelion.org y un video de Arcadi OLiveres. Saludos especiales a los compañeros que los habéis enviado.



El robo sigiloso

Siento que me están robando en mi propia casa, en mi propia calle, en mi propia ciudad, en mi propio país. Y sin tener ganas de entrar en guerra con nadie, siento que ya va siendo hora de desperezarse y batallar; y son los mismos que, si los dejaran, aspirarían hasta el aire entre las hojas para embotellarlo y venderlo; los mismos que anexionarían a sus propiedades urbanas las azoteas del barrio; los mismos que privatizarían con eficacia los cielos de los parques; los mismos que usarían nuestras sábanas recién lavadas como velas para sus yates, y nuestra sangre -más roja que nunca- para repintar su salón; los mismos que se intercambian, capicúas, en los bancos del Congreso y en los consejos de administración de los bancos; los mismos que nos piden en la tele moderación salarial con su billetera bien llena y hartos de jamón serrano.

Y yo siento que euro a euro, en cada partida presupuestaria, en cada impuesto de la renta, en cada recorte de mi nómina, con cada sapo que me trago, con cada calificación interesada de Standards & Poor, con cada médico que echan a la calle pero también con ese otro que emigra porque le pagan con miseria su esfuerzo, con cada profesora a la que no le renuevan su contrato, con cada niño que sólo come pan, con cada joven que emplean y desemplean y vuelven a emplear, me están robando, engañando, estafando, timando, mientras alguien cuenta y recuenta sus deslocalizados beneficios, y transfiere millones de euros a un paraíso fiscal, y redondea sus discursos de austeridad siempre ajena, y se carcajea seguramente de nuestra pasividad cansina y pos-dictatorial.

Me roban a grandes tajadas pero también en pequeños trozos. De día y de noche. Aprovechando todas las Bolsas del mundo para jugarse al monopoly los miles de millones de euros que les hemos regalado, mientras la gente pierde a gritos su casa, su salud, y su trabajo. Y me roban años de vejez dichosa y descansada; me roban la paz y la calma; les roban el futuro a mis descendientes, su derecho a un trabajo digno y una vida tranquila. Y me roban, nos roban, para seguir siendo todavía más ricos. Sigilosos, cínicos, incansables.

Pero revoloteo por las habitaciones y todo está en orden aparente. Las ventanas están cerradas a la ciudad triste. Hay una calma quieta en los objetos inermes. Nadie se ha llevado ningún mueble, ni la ropa de invierno, y ahí siguen impertérritos y ajenos al anunciado desastre el televisor, la nevera y la cama. Nadie ha forzado la puerta ni entrado en casa, salvo los sonidos e imágenes de catástrofes bursátiles, aludes de desgracias monetarias y ciudadanos infelices. Pero hay un presagio levantisco, un anuncio de tormenta; hay sobre todo un abuso inclemente y severo, cada vez más descarado, un chasquido de guillotina que no cesa, que no quiere cesar; y una hartura que a cada hora se rebosa y derrama; y que casi quema, porque ya sabemos que no se conformarán nunca, porque ya sabemos que lo quieren todo y más.


María Vacas Sentís